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Daniel Buono
01/04/2020
¿Realmente es bueno vivir en comunidad? (parte 2)
¿Realmente es bueno vivir en comunidad? (parte 2)Pasar días completos en las casas, esperando que amanezca, para luego tener la necesidad que caiga el sol, y así sucesivamente, de manera casi indefinida, hasta sentir que los días son prácticamente infinitos, son las situaciones inéditas que estamos viviendo estos tiempos.

Reordenamos, mudamos, cambiamos, reacomodamos, movemos, son todos los actos diarios que hacemos en nuestros hogares ¿Para pasar el rato? ¿ Por falta de tiempo, ante la vorágine de la vida cotidiana? ¿O tal vez porque al permanecer allí tanto tiempo en el mismo sitio, notamos que realmente no estamos cómodos, no estamos a gusto y no sentimos que es verdaderamente nuestro hogar?

Por eso, es lo que reafirmamos y lo que nos hace pensar que somos activamente responsables de nuestros actos a la hora de la creación de espacios para el acogimiento de las personas, viendo que realmente es necesario un fuerte e intenso condimento social y psicológico. A su vez, ese aspecto socialmente fuerte, no solo sería considerado en nuestros hogares, con los nuestros, fortaleciendo los vínculos mas íntimos a través de espacios y situaciones interesantes, amenas, cómodas: generando, reuniones, risas, conflictos, música, silencios, películas, reflexiones, almuerzos, cenas… sino también el dialogo con los otros, con la comunidad, la relación de nuestras casas hacia con nosotros y entre sus pares, en su contexto próximo; como se reúnen y como se emparentan, como se distinguen y como se mimetizan, como se juntan y como se distancian.

Todas estas sensaciones ahora se sienten completamente derrumbadas, nos parece tan ajeno, tan distante, tan perdido. Pero también sabemos que todo esto va a pasar y pensamos ¿Algún día volveremos a ser como éramos, o tal vez, como nunca fuimos? o simplemente ¿Como volveremos?

Vivimos una constante amenaza al salir de nuestro hogar, allí radica ahora la única protección y seguridad que sentimos, y pensar que días atrás podíamos hacerlo en nuestra comunidad, creyendo solo con la existencia y presencia del prójimo, pero ahora, como afrontar estas situaciones sin perder ese inevitable vinculo social, esa cuasi fraternidad con la casa vecina, con el barrio, con la ciudad, realmente es muy complejo de explicar, y más de sentir ¿ Por qué vivir en comunidad, con todo lo estratégicamente beneficioso que eso significa, ahora lo tenemos prohibido?

¿Porque nos cerramos, si en la vida contemporánea, somos completamente abiertos y permeables con nuestros pares? ¿Se siente que es una falla comunitaria, o en el concepto comunitario en el que estamos viviendo actualmente? tal vez se requerirían otros ideales de aquí en adelante para la generación, y/o subsistencia de los espacios comunitarios existentes, para que los pueblos sean introvertidos, y relacionables a la vez, para que sean autosuficientes y dependientes a la vez, para que sean homogéneos y heterogéneos a la vez…

Seguramente toda esta situación será el puntapié inicial para esos cambios, para que el concepto de comunidad no pierda su esencia, sino que se potencie, que evolucione, que mejore, que se encuentre en continuos y necesarios cambios, que sienta seguridad e incertidumbre a la vez, siendo obligatoriamente una bonita y miedosa sensación opuestamente encontradas.

Considerando que el arquitecto es un profesional social, pero antes que eso, es un hombre o una mujer, que hace y colabora al bienestar de la humanidad, que vive de la aceptación social, que trabaja con, para y hacia el ser humano, tiene la obligación y la necesidad de ver donde estamos, de preguntar y preguntarse que sentimos, hacia donde vamos, y como podemos mejorar, sin perder lo que hasta el momento universalmente hemos logrado, vivir en comunidad.

Arq. Daniel. J. Buono