Jessica, empleada del local situado en la calle 835 entre 88 y 89, había hecho una reposición de mercadería y se sentó para descansar. En ese momento entraron los ladrones, uno de los cuales la tomó como rehén y le quitó el teléfono celular, mientras sus cómplices redujeron a los que estaban dentro y los obligaron a cooperar. 

“Dame todo, si no te la mato”, contó Jessica en diálogo con Telefé que el ladrón decía a la cajera mientras le apuntaba el revólver en el pecho. “Él estaba decidido. Si no le daban la plata me mataba”, explicó. Luego del delito y la huída de los ladrones, la dueña del lugar despidió a su empleada por no haber sabido “neutralizar” al maleante y así evitar el asalto, después de haber trabajado durante nueve años presuntamente con una contratación “en negro”.