La vecina Diana Hurtado, quien hace diez años fue impulsora de la denuncia pública del primer gran derrame de hidrocarburo en la zona, fue quien se sorprendió al encontrarse esta semana con el gran movimiento de suelos en el predio que la ex Repsol YPF tiene en avenida Otamendi y calle 78.

Al acercarse, se encontró con un enorme pozo de varios metros de diámetro y profundidad, donde los operarios habían desnudado el ducto de un metro de diámetro, y lo estaban reparando. Toda la tierra que habían extraído, se encontraba embebida en hidrocarburo.

Al preguntarles sobre lo que estaban haciendo, los obreros le explicaron que se había pinchado el caño, y lo estaban arreglando. Luego le dijeron –para “tranquilizarla”- que toda esta tierra contaminada la volverían a enterrar, “¡como si mágicamente pudiera desaparecer la contaminación!”, expresó Diana.

Cuando afloró la mancha de hidrocarburos la primera vez, en 2006, Repsol negó que el caño se pudiera haber pinchado solo, por el desgaste del material, sino que argumentó que había sido agujereado a propósito en los años ‘90 por unos delincuentes que intentaron robar el hidrocarburo. Y atribuyó la afloración de la enorme mancha de combustible al ras del piso, a la elevación de las napas freáticas de aquellos años.

De esto ya pasaron 20 años, “y ese caño ya era viejo en aquél entonces, de manera que para mí esta vez se volvió a agujerear de viejo, nomás”, dijo la vecina.