La tensión se sintió desde el arranque. Las preocupaciones defensivas dominaron la primera media hora del partido, hasta que Arzuaga maniobró en el área, Schaffer lo tocó y Baldassi cobró penal. Vizcarra se hizo cargo y decidió no asumir riesgos. Pateó fuerte al medio, el mismo lugar que eligió Navarro.
Ese fue el punto de inflexión del partido porque Racing se envalentonó y merced a un centro de Moralez encontró el gol en un cabezazo mitad de Avalos y mitad de Raldes, en contra.
La ventaja visitante pareció inesperada en el local, que salvo en un desborde del Kily González, no encontró armas para herir a un Racing que se mostraba sólido en defensa. En la segunda parte, Madelón mandó a Messera para abrir caminos, pero no daba resultado. Los minutos pasaban, Central no reaccionaba y la gente, al unísono comenzó a hostigar. Antes que la propia intolerancia se vuelva irrespirable apareció Vizcarra para redimirse con un preciso cabezazo que se puso abajo, contra el palo. Los insultos se transformaron en aliento y hasta el viento pareció soplar a favor de Central que ya estaba jugado (Madelón agotó los cambios; todos ofensivos) para dar vuelta la historia. Y lo logró con un furibundo derechazo de Díaz al que Navarro no alcanzó a desviar.
Quedaba poco y parecía todo finiquitado, pero el desenlace reservó más momentos memorables. Restaban cuatro cuando la defensa de Central se desconcentró y liberó a Sava, quien empató. Parecía agónico y los hinchas de Racing que fueron a Rosario comenzaban a derramar lágrimas.
Sin embargo, el Kily González se fue por la izquierda y levantó un centro pasó por encima del arquero y encontró la red en vez de una cabeza. Estruendoso grito de gol en el Gigante que ahora entero lloraba por un triunfo que no define nada pero suena a desahogo, al menos por una semana.