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OPINIÓN
24/01/2020
La economía del nuevo gobierno y una rara solidaridad
La economía del nuevo gobierno y una rara solidaridad
El sociólogo recuerda otros momentos económicos en la historia reciente, y reflexiona sobre qué tiene de solidario este ajuste.
(Por Santiago Flecha*) No caben dudas que la economía argentina atraviesa como en muchas circunstancias anteriores, un difícil momento. La gestión de Mauricio Macri tuvo en el terreno económico su lado flaco, su elemento deficitario. De haber logrado la reelección, también le hubiese resultado dificultoso a Juntos por el Cambio revertir el panorama, tendría que marchar cuesta arriba. 

Hecha esta salvedad conviene preguntar el motivo por el cual ahora el ajuste resulta bueno, solidario y enriquecedor. En diciembre de 2017 los alrededores del Congreso se llenaron de piedras, el mismísimo paleolítico quedó recreado en Buenos Aires. La indignación expresaba la insensibilidad de Cambiemos (compartida por el imperialismo anglo-yanqui) con los jubilados, al modificarse el índice de actualización. La vilipendiada variación, iba esta vez a beneficiar a la clase pasiva, pero terminó congelada a través de la pomposa ley de solidaridad. Al congelamiento se sumó la suba de impuestos y por suerte no hubo superpoderes, no prosperó la delegación de atribuciones al poder ejecutivo.

SÓLO PERONISMO
En la calle hace tiempo que circula la sentencia que sostiene que sólo el peronismo puede gobernar la Argentina. Lo cierto es que la sociedad civil se muestra más dócil cuando mandan los justicialistas. Se imaginan las reacciones que hubiese ocasionado el restablecimiento del IVA con Macri como protagonista.

Vale recordar como ejemplo el intento privatizador de Aerolíneas Argentinas. En los tiempos de la presidencia de Raúl Alfonsín, su ministro Rodolfo Terragno pugnó por asociarla con una empresa de aeronavegación sueca. El rechazo justicialista en el  Senado canceló la operación, catalogada como una vil traición a la patria. El criterio se modificó drásticamente una vez instalado el peronismo en funciones de gobierno.

La nueva ley tuvo un veloz tratamiento, merecía mayor meditación, un prolongado intercambio de ideas. Más allá de cualquier consideración hubiera sido aconsejable que la dirigencia política, diputados y senadores, acompañaran con reducciones en sus ingresos y en sus gastos de traslado y de asesores. Conformaría una manera de establecer un gesto más acorde con la mentada solidaridad.

SOLIDARIDAD
La palabra “solidaridad” ha sido utilizada hasta el hartazgo en el corto tiempo de la nueva gestión. Lo primero que conviene manifestar es que el repetido término alude a un acto voluntario, no a una imposición. 



Hay solidaridad cuando un determinado sujeto decide ayudar por propia decisión a otro. Puede hacerlo a través de acciones o mediante la entrega de algún objeto, prenda o suma de dinero. Obvio que la entrega debe comprender bienes, servicios o dinero propios. Es muy fácil ser solidario con el dinero ajeno. Que la solidaridad no reine, no habilita su imposición. Resulta contradictorio la unión entre imposición y solidaridad.

Existe una marcada tendencia a igualar los haberes jubilatorios, lo que se conoce como achatamiento de la pirámide.  Suelen elevarse los ingresos de aquellos miembros de la clase pasiva que menos ganan y no de los otros beneficiarios.  Lo cierto es que los haberes “privilegiados” no son otra cosa que la consecuencia de mayores aportes. Termina configurando una injusticia la mencionada igualación con aquellos que realizaron superiores contribuciones.
La preocupación por los sectores desfavorecidos debe estar presente en la tarea de cualquier gobierno. Debe ayudarse a los pobres a paliar los males que los afligen en tiempo presente. La principal acción no obstante debe apuntar hacia el futuro. Crear las condiciones para atraer inversiones y preparar a los individuos para su inserción en el ámbito laboral. Menudo y nada sencillo emprendimiento.

POBREZA​​​​​​​
Por una vez debería cambiarse la mirada y no centrarla en la pobreza, sino en como generar riqueza. Labor espinosa en un mundo extremadamente complejo y cambiante.



El catolicismo estableció un elogio a la pobreza al sostener que los pobres son los preferidos de Dios y que para los ricos es difícil obtener el reino de los cielos. Los protestantes modificaron la perspectiva, exaltaron la riqueza bien habida, como fruto del trabajo.

Existen algunas trabas más cercanas y viene al caso la marcha del partido gobernante que declama “combatiendo al capital”.

(*Flecha es sociólogo y educador quilmeño de escuelas secundarias y terciarias)
 
 
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