La causa inició como resultado de las denuncias vecinales, aportadas en reuniones periódicas junto a las autoridades policiales de la jurisdicción. Allí se había señalado el cruce de las calles Caseros y Monteagudo como uno de los puntos de venta a los jóvenes. La preocupación radicaba no sólo en los efectos nocivos de los estupefacientes, sino en la generación de inseguridad que ello llevaba aparejado. 

Los detectives organizaron tareas de vigilancia encubiertas con las que lograron identificar al dealer, que regularmente llegaba hasta la mencionada esquina a bordo de una Chevrolet Meriva –entre otros rodados- para realizar las transacciones. Luego se retiraban hacia otras plazas de la zona para continuar con las operaciones. Interceptados algunos compradores, la Policía corroboró que distribuían cocaína y marihuana. 



Con seguimientos por postas, el personal policial consiguió ubicar el punto desde donde los narcos dominicanos acopiaban y distribuían los estupefacientes. El domicilio de la avenida Mosconi al 1500, entre Pampa y Pilcomayo, también era utilizado como bunker de venta por los involucrados, cuyos clientes eran llevados hasta allí por una mujer.  

ALLANAMIENTO
En un importante operativo, las fuerzas de seguridad allanaron los domicilios de los investigados y los detuvieron. Secuestraron en los lugares una importante cantidad de dosis de cocaína fraccionada y de máxima pureza, así como también marihuana, dinero en efectivo y teléfonos celulares. 



PRÓFUGO
Los dos dominicanos, de 22 y 25 años, permanecían ilegalmente en el país, por cuanto tenían vencidos los plazos de permanencia, según informaron fuentes intervinientes. El mayor de ellos sería el líder de la banda “Los Panas”, que era intensamente buscada por autoridades judiciales de su país y limítrofes. Actuaban además en complicidad de un remisero -argentino de 40 años-, propietario del rodado que utilizaban.