Anoche y en el partido que abrió una nueva jornada del campeonato, Quilmes no tuvo ideas, fútbol ni intenciones de ganar el partido. Del minuto uno al noventa jugó al pelotazo, y no se convirtió en protagonista ante un Central que tampoco arriesgó demasiado. Pero la responsabilidad era para el local, no la asumió y la visita, casi como castigo, lo ganó sobre la hora.

El partido empezó parejo, con los equipos intentando pero sin claridad. La pelota iba poco por abajo y no se generaba peligro en las áreas. Se jugaba a mucha velocidad, sin pausa ni profundidad, y si bien el juego era dinámico, no tenía situaciones de peligro más allá de algún que otro remate de media distancia. Los minutos pasaban y la historia no cambiaba, mucha lucha y sacrificio, pelotazos y poco juego. En Quilmes el fútbol aparecía en cuentagotas con algún embate de Nicolás Da Campo por la izquierda. Recién a los 41 minutos sacudió la modorra Federico Andrada, con un remate de afuera que tapó abajo el arquero Diego Rodríguez, y Gabriel Ramírez no llegó al rebote. Fue la única de un primer tiempo muy malo que como no podía ser de otra manera, se fue empatado 0 a 0, y estaba bien.
En la segunda mitad, la tónica del partido seguía siendo la misma. Quilmes no arriesgaba, seguía abusando del pelotazo y no inquietaba. Central, que trataba de jugar más por abajo, era muy impreciso y perdía ante la presión cervecera, con lo que el partido continuaba siendo muy aburrido. A los 21 llegó Central casi de carambola, con un taco por arriba de Federico Carrizo que encontró adelantado a César Rigamonti, pero el arquero manoteó bien. A los 22 y buscando más velocidad en la derecha, entró Francesco Celeste por Gabriel Ramírez. A los 28 Quilmes tuvo una muy clara, cuando en un contraataque, Da Campo definió, Diego Rodríguez tapó el mano a mano y el rebote le quedó a Nicolás Benegas, que la picó con el uno adelantado y la pelota se fue apenas arriba.

EL FINAL MENOS DESEADO
De a poco Central se fue metiendo cada vez más en campo de Quilmes, que esperaba y jugaba más de contra que nunca. En los minutos finales hubo un poco más de vértigo con un par de contragolpes pero no se terminaron bien. A los 40 ingresó Franco Negri por Nicolás Benegas para reforzar el mediocampo y resignar ataque. Así, con un Central que seguía siendo poco claro, el partido se encaminaba irremediablemente al empate 0 a 0, pero no fue así. Casi como un castigo a la mezquindad, a los 44, corner desde la derecha, cabezazo de Washington Camacho y adentro. A los 47 entró José Luis Valdez por Da Campo, en un cambio arriesgado y tardío, sin sentido. Pero el partido estaba destinado a terminar como terminó, en derrota 1 a 0.

EL CASTIGO A UN PLANTEO MEZQUINO
El resultado fue injusto aunque comprensible. En un partido muy mal jugado, ninguno de los dos equipos hizo demasiado como para quedarse con los tres puntos. Tanto en el primer tiempo como en el segundo, Quilmes jugó al pelotazo, trató siempre de estar ordenado y concentrado en las marcas, pero se olvidó de jugar, y nunca arriesgó. Tuvo un par de contras que nunca supo aprovechar y careció de juego colectivo. Central, por su parte, intentó jugar más por abajo pero nunca fue claro y no encontró grietas en la defensa cervecera. Tampoco llegó claro y no se equivocó en defensa. Pero la responsabilidad era del Cervecero, por ser local, y nunca lo demostró. Cuando el DT Alfredo Grelak hizo un cambio como para cerrar el juego en empate, casi como un castigo del destino, la visita se lo ganó sobre la hora.

PERDIO CINCO DE LOS ULTIMOS SEIS
Una derrota que deja mucha preocupación. Quilmes perdió cinco partidos de los últimos seis, y por delante tiene tres rivales del nivel de San Lorenzo, Racing Club y River Plate. El peor escenario para un equipo que no encuentra el rumbo, con un entrenador de tiene como premisa no perder, sin ambición ni intenciones de arriesgar, y que partido tras partido recibe cachetazos lógicos por sus planteos. Hace rato que se le acabó la suerte, y hoy se ve reflejado en los números.