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27/11/2016
El Cervecero cayó goleado ante Tigre y le dijo adiós a la racha
El Cervecero cayó goleado ante Tigre y le dijo adiós a la racha
Quilmes perdió el pasado sábado como visitante por 3 a 0 ante Tigre, por la 11ma fecha del torneo de Primera División. Los dirigidos por Alfredo Grelak jugaron un mal primer tiempo y no pudieron remontarlo en el segundo.
El pasado sábado en el estadio “José Dallagiovanna”, El Cervecero no logró extender su racha. Los dirigidos por Alfredo Grelak llevaban seis partidos sin derrotas, con cuatro triunfos como local y dos empates como visitante. Pero el envión llegó a su fin. Tigre supo leer mejor el partido de entrada, desnudó varios errores y lo goleó por 3 a 0. Dirigió Saúl Laverni.
Al local le alcanzó un tiempo para liquidar la historia. Bajo una intensa lluvia, Quilmes salió a cortarle los circuitos a Tigre, a presionarlo en la mitad de la cancha y a jugarle de contra con la velocidad de Federico Andrada y Nicolás Benegas. Pero no salió nada. El local se hizo dueño enseguida de las acciones, sus laterales se iban al ataque aprovechando que tanto Gastón Bottino como Nicolás Da Campo se cerraban y dejaban campo libre para la proyección. Los marcadores de punta cerveceros sufrían el uno-dos. Así fue como a los 31 minutos, los de Victoria se pusieron en ventaja. Fue con una proyección de Martín Galmarini por la derecha, centro al área, se anticipó a Diego Colotto y cabeceó Carlos Luna, y adentro: 1 a 0 y adiós record en el arco de César Rigamonti, que llevaba 438 minutos sin recibir goles en contra. Tigre ganaba merecidamente y seguía buscando. Y a los 38, el segundo: apertura hacia la izquierda, otra pelota aérea al área, Diego Sosa la bajó de cabeza y Alexis Castro definió cruzado sobre la salida de Rigamonti. Con el 2 a 0, el local sacó el pie del acelerador ante un Quilmes que no pudo reaccionar durante toda la primera mitad. Así se fueron al descanso, con un triunfo del local que hasta ahí era justo.

Nunca le encontró la vuelta
En el segundo tiempo Quilmes salió algo más decidido a buscar, aunque sin demasiadas ideas ni claridad. Las lesiones de Diego Morales y Carlos Luna en el local le hicieron resignar ataque, y El Cervecero lo aprovechó adelantándose en el campo, ante un Tigre que retrocedió y se paró para jugar de contra. Aún así, Quilmes no lograba ser preciso y no generaba peligro, salvo con un par de centros que cruzaron todo el arco y nadie pudo empujar. A los 8 minutos entró Sebastián Pinto por Gastón Bottino, y Quilmes se paró con un 4-3-3. A los 18, Franco Negri entró por Matías Pérez Acuña (que arrastraba una fatiga muscular) y Gabriel Ramírez pasó a jugar de lateral derecho. Finalmente, Facundo Coria entró como segundo volante central por Ramírez y el equipo pasó a pararse 3-4-3. Los cambios sólo agregaron más desorden a un equipo que de por sí atacaba sin claridad, mientras que el local seguía complicando de contra (Rigamonti le tapó un remate a Alexis Castro y luego un mano a mano a Federico González). La única llegada relativamente clara de Quilmes fue a los 36, cuando tras un corner de Federico Andrada desde la izquierda, el arquero calculó mal la salida y la pelota le cayó en la cabeza a Diego Colotto, que la terminó tirando por arriba del travesaño. En los minutos finales Quilmes fue con todo, inquietó con algunos remates de media distancia, pero a los 45 y con otro contraataque, Tigre liquidó la historia. Pelotazo largo desde el mediocampo, Matías Sarulyte rechazó pifiado y la pelota le cayó a Federico González, que se metió al área y mano a mano, de zurda, definió arriba. Con el 3 a 0 no hubo más tiempo y se terminó el encuentro.

Algún día iba a pasar
La derrota terminó siendo justa, aunque la diferencia quizás fue exagerada. El local manejó mejor la pelota en el primer tiempo, fue más inteligente y convirtió dos goles en las tres veces que llegó, ante un Quilmes que no había inquietado. En la segunda mitad administró la ventaja, se cerró bien y de contra liquidó el juego sobre la hora, ante un Cervecero desordenado y sin ideas.
El resultado significó el final de una racha de seis partidos sin perder, ante un adversario que aprovechó cada error y cada desconcentración. Las rachas están para ser cortadas y algún día iba a pasar, aunque quizás sorprendió lo abultado del marcador. El golpe no le hace mella a un Quilmes que venía muy bien, y que ya tiene la cabeza puesta en Sarmiento de Junín, el rival del próximo viernes.
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