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Jorge Padula Perkins
31/08/2017
Pocos días antes de que finalizara el mes de agosto, me llegó una invitación para recibir la “Distinción Arco de Córdoba” a nivel “nacional e internacional”. Enviaba el mensaje el señor Benito Correa, en nombre de la empresa O.B.C. Producciones (de la que Correa es titular).

Se aseguraba en el texto que la misma resultaba “muy bien merecida” en virtud de mi “esfuerzo y dedicación” por mi trabajo como artista, músico, poeta, escritor, compositor y cantante.

En este punto el tema comenzó a mostrar sus contradicciones en tanto no soy artista, ni músico, ni compositor ni cantante (si poeta, escritor, periodista y autor de letras de canciones). Es decir que me conocían poco o nada y me proponían una distinción.

Finalmente, se me invitaba a adquirir la tarjeta para la “gran cena” que se hará el 11 de noviembre de 2017 en la ciudad de Córdoba contactándome vía telefónica.

Al excusarme por no poder concurrir al evento y sugerir que podría recibir tal reconocimiento por correo postal, el señor Correa se limitó a decir –Bueno, disculpe- y más tarde –la cena hay que pagarla- pero sin referencia específica a la distinción ni mucho menos a su envío.

Resulta obvio que si existe el mérito y se otorga la distinción, esta no debería estar supeditada a la concurrencia arancelada al acto de entrega.

Lejos de ello, todo lleva a advertir que, seleccionados de manera aleatoria (sobre todo a través de la red social Facebook), los candidatos incautos (o empujados por su ego) caen en la maniobra y pagan alegremente una o más tarjetas para la "gran cena" a cambio del supuesto reconocimiento. De lo contrario, aceptan en silencio la condición de no recibirlo si desisten de asistir.

En ese contexto puedo afirmar ¡El rey está desnudo! y propiciar que se caigan las vendas de los ojos de todos para ver que la “Distinción Arco de Córdoba” no es sino una construcción al solo efecto de hacer publicidad de la empresa productora que la organiza y basa su “fama” en el transcurrir de los años en los cuales los “distinguidos” han pagado el supuesto reconocimiento con dinero y con su propio prestigio personal.