El estrés es considerado uno de los grandes males de la vida moderna y la causa de serios problemas de salud, desde depresión hasta enfermedades cardíacas. En general, se habla de él como algo tóxico que debés eliminar por completo de tu rutina o, al menos, tratar de combatir.
Sin embargo, experimentar estrés es inevitable: el trabajo, la organización del hogar, la crianza de los hijos, los problemas de salud, atravesar un divorcio o incluso cuestiones mucho más triviales y cotidianas pueden hacer que te sientas desbordada o bajo presión. ¿Qué es, entonces, lo que podés controlar cuando todo parece salirse de su cauce? La ciencia tiene una respuesta (y sí, son buenas noticias).
Estudios recientes demuestran que modificar tu visión negativa acerca del estrés y aprender a dirigir esa energía de manera adecuada puede, de hecho, volverte más saludable y feliz. Esta es la idea que sostiene Kelly McGonigal, psicóloga de la Universidad de Stanford, en su libro The Upside of Stress (El lado bueno del estrés).

ACEPTARLO
Según McGonigal, cambiar tu percepción sobre el estrés puede modificar la manera en que tu cuerpo responde ante él: "No se trata de reducirlo o evitarlo, sino de aprender a repensarlo y aceptarlo", explica. El estrés es el modo en que el cuerpo y la mente responden ante las situaciones que nos preocupan y nos generan ansiedad. Es un mecanismo que nos permite adaptarnos a las transiciones de la vida (un trabajo nuevo, la llegada de un hijo, el inicio de una relación) y lidiar con emociones difíciles. Y lo más interesante: nos indica que hay cosas que verdaderamente nos importan, que estamos tomando riesgos, que nuestra vida está en movimiento y tiene un propósito.
Acá presentamos algunas claves que te van a ayudar a poner el estrés a tu favor, para abordar las situaciones que habitualmente te angustian de una manera diferente:

USAR EL ESTRÉS COMO COMBUSTIBLE
Considerar a las situaciones de estrés como un desafío (en lugar de huir de ellas o percibirlas como amenaza) puede tener un impacto positivo en tu rendimiento. "Cuando uno deja de resistirse al estrés, se convierte en combustible", dice McGonigal.
El estrés es un mecanismo que nos prepara para la acción, es la energía que nuestro cuerpo nos envía para poder enfocarnos mejor en el trabajo y ser capaces de realizar ese esfuerzo extra para alcanzar nuestros objetivos. Entender esto te ayudará a aumentar la confianza en vos misma y a dejar de lado pensamientos del estilo "no soy lo suficientemente buena para esto" o "no voy a poder cumplir con esta tarea".
Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que cuando las personas interpretaban los latidos acelerados de su corazón o el sudor de sus manos como un signo natural de que su organismo les estaba brindando energía (en lugar de pensar, por ejemplo, que no eran buenos lidiando con la presión), lograban desempeñarse con mayor éxito, tomar decisiones acertadas y causar una mejor impresión sobre otros.
En síntesis, si aprendés a dirigirlo adecuadamente, el estrés te permitirá ser consciente de tus habilidades, aprender y ser más fuerte.

SI ALGO TE ESTRESA, TE IMPORTA
"No te estresan las cosas que no te importan, y no puedes crear una vida significativa sin experimentar algo de estrés", dice McGonigal. En lugar de ver el estrés como una señal negativa, miralo como un indicador de que estás comprometida en actividades y relaciones que consideras valiosas.
Ante un conflicto con tus hijos, por ejemplo, es preferible evitar pensamientos destructivos como "soy una mala madre" e intentar, en cambio, enfocar el problema desde otro ángulo: "Estoy abrumada porque algo que me importa mucho está en juego, ¿qué es lo que voy a hacer al respecto?". Si lográs transformar esos pensamientos, tu cuerpo responderá de una manera diferente a la situación de estrés y lograrás pasar de una situación de frustración a otra más beneficiosa, en la que te verás impulsada a actuar y enfrentar el problema.
Reflexionar acerca de las situaciones que te suelen generar tensión es una oportunidad para buscar el significado detrás de la ansiedad y entender cómo el estrés se relaciona con tus metas y valores. Dilucidar por qué ciertas cuestiones te molestan te ayudará a ponerlas en perspectiva y a dejar ir aquellas que no son tan importantes.