Los transeúntes de la peatonal Rivadavia, del centro de Quilmes, pudieron encontrarse esta semana con un nuevo pasajero del arte: el joven violinista Cristian Villalva.
Con un pequeño parlante que amplificaba la melodía base de su celular, él ponía el arte con su arco y las cuerdas del violín de batalla.
Superando la precariedad de la amplificación, el ruido ambiente, y la calidad dudosa del instrumento callejero, la destreza del joven intérprete le puso magia al trajín de los transeúntes.
Una perla en una jornada cotidiana de Quilmes Centro, que suscitó que se forme una rueda de escuchas. El estuche del violín se llenó de billetes de diez pesos.