Ya no está la excusa de que el empresario camionero quiere acortar su horario de trabajo para ganar lo mismo, trabajando menos. En el sistema municipalizado continúa esta "avivada criolla" en todos los barrios del distrito.
El recolector pasa corriendo una o dos horas antes de que pase el camión, y amontona las bolsas en las esquinas. En esa maniobra, revolea las bosas, que se rompen y desparraman la basura en la calle. Y naturalmente, los perros vagabundos del barrio esperan con ansias tener a su merced los residuos durante un par de horas, destrozando así las bolsas.
Cuando pasa el camión, los muchachos levantan las bolsas que están enteras. Las rotas quedan en medio de la calle, con la basura putrefacta en medio de la calle.