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SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA
11/09/2016
Quilmes despidió al entrañable Churrinche
Quilmes despidió al entrañable Churrinche
Cerca de cien vecinos quilmeños se acercaron en el mediodía del jueves a la casa velatoria ubicada en la avenida 12 de Octubre, esquina Necochea, para despedirse del querido Churrinche. Sus hermanos recibieron el cariño de todos los que lo conocieron y que, pese al horario, pudieron estar presentes en su último adiós. Audio de la carta que leyeron en el velorio.
Entre risas y lágrimas, los asistentes se mostraban fotos viejas y recordaban anécdotas con Gustavo Alberto Miño, más conocido como Churrinche o Churri. De a ratos uno lloraba y un desconocido se acercaba a abrazarlo y consolarlo. Hubo abuelos, gente joven con sus chicos y todos los estratos sociales. Eso sí, todos destacaron su sonrisa, su buena predisposición, su honestidad y amabilidad.
Viviana Miño, su hermana, se mostró agradecida con “toda la gente que se movió para aportar su granito de arena. A mi hermano quiero que lo despida toda la gente con el amor que le dio, que lo recuerden así, con ese amor”. Asimismo, aclaró que él “nunca estuvo sólo, siempre estuvo con su familia. Lo importante es que él quiso vivir su vida y hay que respetarlo”.
La mujer recordó a Churrinche como “una persona hermosa” que hacía bromas todo el día y jugaba con sus sobrinos. “Él iba a la casa de sus hermanos pero andaba de un lado al otro, nunca se quedaba en ningún lugar”.

SU MADRE
Viviana reveló que cuando Gustavo tenía 11 años fue a despertar a su madre una mañana y la encontró fallecida. “Es difícil ir a despertar a tu madre y encontrarte que Dios se la llevó. Eso le pasó. Cada uno lo toma a su manera, a él se le rompió el corazón y salió corriendo y no lo vimos más”, contó Miño. Así, Churrinche decidió buscar a su madre entre la gente porque “nunca quiso asumir que ella falleció”.
“Siempre vino a casa, tuve la oportunidad de pasar con él dos fiestas y me decía ‘hermana no llores, porque yo soy un ángel de paso. Hoy estoy, por ahí mañana no. Pero vos, ojo con llorar porque yo soy el primero que va a ver a la vieja’. Esos son ángeles que pone Dios en la tierra”, concluyó la hermana del cuidacoches quilmeño.

SU NOMBRE
Churrinche se llamaba Gustavo Alberto, pero a quienes lo conocieron les decía que se llamaba Julián, aunque también lo conocieron con otros nombres. Viviana explicó que “Julián” era el nombre de uno de los hermanos.
Sin embargo, uno de los vecinos que asistió afirmó que “nunca me importó cómo se llamaba, me importaba lo que era. Era un ser de luz”.

LA DESPEDIDA
Vanesa y Matías, que lo conocían desde hace años, decidieron organizar el velorio “porque él se lo merecía”. Al instante comenzaron a recibir mensajes de gente que quería donar dinero, pero el dueño de la casa velatoria, Andrés Rossatti, propuso su local de forma gratuita para que se lleve a cabo el último adiós.
Durante las tres horas que estuvo allí, recibió cada flor que él le dio a una mujer, cada gesto de cariño que brindó. Estuvieron los que lo ayudaron, quienes le dieron un plato de comida, una ducha caliente y un techo, así como quienes recibieron un consejo o una palabra de aliento. Hoy Churrinche no se fue porque se convirtió en una leyenda de Quilmes.
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