Claudio Pelayo al momento de los alegatos en virtud de los escasos elementos referidos a la autoría material del homicidio del empresario, no dudo en retirar los cargos en contra de los imputados. A los mencionados además se les endilgaba el robo a dos departamentos de la peatonal Rivadavia como torturas a las víctimas, sin embargo dichas circunstancias no pudieron acreditarse en las semanas en que se prolongó el juicio en la sede de Penales de Quilmes.

Tras conocerse el desestimiento, los procesados coincidieron en señalar que “se hizo justicia” cuando Ojeda les brindó la palabra para luego los defensores particulares celebrar la postura de la contraparte.

Al empresario lo mataron el 7 de enero de 2019 en su caserón de Bernal. El hombre regresaba solo de sus vacaciones en Punta del Este por trabajo y dentro de su casa se encontró con los ladrones.

Lo torturaron durante más de una hora, atado con precintos y a los golpes: le exigían “un maletín plateado” que nadie vio nunca dentro del chalé de la calle Avellaneda al 100. No se llevaron la plata ni los objetos de valor, buscaban ese portafolio.

El hombre fue asesinado en el baño de su casa. Lo asfixiaron con una toalla tratando de obligarlo que dijera dónde lo que buscaban. Mientras lo ahorcaban, usaron un jarrón de adorno para cargar agua y tirársela en la cara, un típico método de tortura narco. La autopsia confirmó que murió por “asfixia mecánica” y que tenía “líquido en los pulmones”.